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46,50 €En el episodio galdosiano «La Estafeta romántica», hay una carta de Miguel de los Santos Alvarez, aquel "ingenioso y sutil holgazán", amigo de Espronceda y de Larra, en la que podemos leer su impresión ante el cadáver del escritor: "à suspiramos fuerte y salimos, después de bien mirado y remirado el rostro frÃo del gran «FÃgaro», de color y pasta de cera, no de la más blanca; la boca ligeramente entreabierta, el cabello en desorden; junto a la derecha el agujero de entrada de la bala mortÃfera. Era una lástima ver aquel ingenio prodigioso caÃdo para siempre, reposando ya en la actitud de las cosas inertes. ¡Veintiocho años de vida, una gloria inmensa alcanzada en corto tiempo con admirables, no igualados escritos, rebosando de hermosa ironÃa, de picante gracejo, divina burla de las humanas ridiculecesà ! No podÃa vivir, no. Demasiado habÃa vivido; morÃa de viejo, a los veintiocho años, caduco ya de la voluntad, decrépito, agotado". ¿Un suicidio romántico? Quizá, como sugerÃa Gómez de la Serna, "el suicidio de Larra es un rasgo de humorismo mudo". En literatura pagó su tributo al romanticismo con una una novela y un drama que atestiguaban la sugestión por el amante infortunado. Pero incluso en «El doncelà » hay chispazos ocasionales que denuncian al Larra mordaz de los artÃculos, el de la palabra afilada. Sin embargo, "solo el sable es peligroso; la palabra nunca", dejó escrito en el prólogo a su traducción de Lamennais. LÃneas después proclamaba su profesión de fe: "Religión pura, fuente de toda moral, y religión, como únicamente puede existir, acompañada de la tolerancia y de la libertad de conciencia; libertad civil; igualdad completa ante la ley, e igualdad que abra la puerta a los cargos públicos para los hombres todos, según su idoneidad, y sin necesidad de otra aristocracia que la del talento, la virtud y el mérito; y libertad absoluta del pensamiento escrito. He aquà la profesión de feö.