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17,96 €Dos breves textos que trazan un retrato de los rostros múltiples pero intercambiables de la opresión; una genealogÃa de algunos de los conictos que aún hoy nos sacuden. En A lo lejos el cielo del sur, Joseph Andras empieza a andar por ParÃs persiguiendo a un fantasma; el de Nguyên Ai Quôc, un joven vietnamita que llegó a la ciudad en 1917, o en 1918, puede incluso que en 1919, y cuyo nombre han olvidado los mismos que recuerdan el nombre que tomó más adelante: Ho Chi Minh, lÃder independentista y emblema del comunismo. Mientras busca al rebelde que precedió al revolucionario, Andras rescata al hombre, con sus fracasos y titubeos, y rechaza al héroe, la figura en blanco y negro; y, en el ParÃs de los chalecos amarillos, las huellas que encuentra (en archivos, en edificios antiguos, en placas en calles poco transitadas) se mezclan con las huellas de otras luchas.En Asà les hacemos la guerra (el segundo de los dos tÃtulos que incluye este volumen) las luchas son distintas, pero en realidad son las mismas, aunque, a modo de los tres episodios de un trÃptico, se extiendan a lo largo de varios paÃses y de un siglo entero: en el Londres de 1903, la vivisección de un perro con propósitos experimentales despierta algunas de las primeras protestas animalistas, que se topan con las resistencias de los estudiantes de medicina pero acaban desembocando en un juicio pionero; en 1985, en California, el Frente de Liberación Animal rescata a Britches, un macaco al que se ha cegado para probar el funcionamiento de un sónar; en 2014, en Charleville-Mézières, en cambio, es una vaca la que parece rescatarse a sà misma, saltando junto con su ternera del camión que las llevaba al matadero para emprender una huida frenética por las calles de la ciudad.Estas dos piezas dibujan un retrato de los rostros múltiples pero intercambiables de la opresión, en un continuo donde el colonialismo, el racismo, el machismo o la explotación animal funcionan según la misma lógica perversa: la de, falazmente, «determinar lo superior y lo inferior» y permitir que lo primero se imponga con violencia a lo segundo. Una lógica a la que Joseph Andras se opone rescatando realidades históricas apartadas a través de un estilo espléndido: su voz sobria pero firme, de un lirismo contenidÃsimo que alterna la ironÃa y el sano escepticismo con una indignación perfectamente dirigida, escribe aquà algunos capÃtulos memorables de la historia de los olvidados, y traza una genealogÃa de los conflictos que aún hoy nos sacuden.